Algunas personas tienen el don de conocer a una persona con
solo mirarle a los ojos. Saben esa pureza, esa niñez perdida, esas ansias por
crecer, esa vocación por ser siempre libre y jamás atarse a nada ni nadie.
Personas que saben detrás de cada tono de voz el sentimiento que acompañan. Esa
forma de caminar, que indica cosas de su personalidad y del camino de su vida.
Pequeños detalles, lanzarme a tus espaldas y taparte los ojos, besarte la
mejilla sin que supieras el cariño que mis labios necesitaban transmitirte.
Tardes de invierno, cuando a las seis de la tarde estaba oscureciendo, donde
por mas farolas que hubieran, la luz de tus ojos eran la única manera de
encenderme con una sonrisa. Con ganas de besarte, donde el espacio entre los
dos no era el problema. Una mirada perdida en el infinito, donde caben muchas
preguntas. Un simple gesto, un abrazo. Una discusión sin palabras, con solo el
frío silencio penetrando en nuestros cuerpos. Y a pesar de las cosas que
pudiesen pasar, aunque ya no te desee como antes, por más que yo solo te sienta
como un buen amigo, siempre cumpliré aquella promesa que tú mismo me hiciste
cumplir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario